martes, 6 de octubre de 2009

hola....


Ya llevo un mes de viaje y todavía no he colgado ni una foto de la ciudad donde estoy viviendo, tampoco he escrito prácticamente nada. Gañana soy, lo sé.

Bueno llevo ya casi un mes en Christchurch. La ciudad se encuentra en la costa este de la Isla del sur. Es una ciudad bonita pero tremendamente extensa. El centro es muy bonito y apañado, parques, plazas, tiendas, bares... Pero caminar por la mayoría de los barrios es desolador. Calles largísimas repletas de casas con su correspondiente terreno, sin tiendas ni bares. Hay pequeños islotes, cada varias manzanas, donde hay una gasolinera, una tiendecilla, un taller, una licoreria...
Pero hay zonas dentro de la ciudad que son impresionantes, es todo muy verde, claro!, no para de llover!

viernes, 11 de septiembre de 2009

polilla in sydney


Hola!! Estoy en Sydney, llevo dos días descansando del viaje y dentro de dos horas cojo el vuelo hasta Christchurch, Nueva Zelanda.
Sidney es una ciudad muy muy bonita, he flipado de lo bonita.
Seguimos en contacto

agradecimientos


Gracias Jorgito y Estrella. He estado muy agustico en vuestra casa. Y gracias Jorge por acompañarme hasta el aeropuerto, fue muy divertido. Nos vemos a la vuelta. Besos a Selva.

viernes, 4 de septiembre de 2009

URBAN SANCTUARY SE HACE LLAMAR


Ya va quedando menos para emprender el viaje. Ya voy atando los últimos detalles. Una de las cosas que me quedaban por confirmar era el alojamiento, pero ya está hecho. Esta es la casa en la que viviré en Christchurch... en fin, no hay palabras.

jueves, 3 de septiembre de 2009



¿Por qué las polillas van hacia la luz?

… o cómo el ser humano interfiere en millones de años de evolución del comportamiento.
Seguro que habéis visto alguna vez a una inocente polilla rodear una bombilla en círculos cada vez más pequeños, para terminar golpeándose con ella. Si en vez de una bombilla hablamos de una vela, antorcha o similar, el final de la historia no acaba nada bien para la polilla. Pero, por qué ocurre esto?
La habilidad para orientarse resulta imprescindible en muchos animales, en el caso de las polillas, estas presentan una fototaxia positiva: tienden a dirigirse hacia la luz, por lo que son capaces de orientarse gracias a la luz de la luna y las estrellas. Gracias a la luz nocturna pueden saber dónde está abajo y dónde está arriba. Más o menos, lo que hacen es ir hacia la luz, sólo que lógicamente no la alcanzan nunca.
Este mecanismo, tan sabiamente diseñado desarrollado, les permite también definir sus rutas migratorias. Lo que los antepasados de las polillas no podían saber es que llegaría un momento en el que unos monos, asustados por la oscuridad, se dedicarían a llenar el mundo de luces…
La luz de la luna, al estar tan lejos, incide igualmente en ambos ojos de la polillas. En este caso, puesto que el estímulo es el mismo, las alas se moverán igual y el animal avanzará en línea recta. Sin embargo una bombilla está muy cerca, de manera que llegará más a uno de los ojos, el estímulo será mayor y el ala de ese lado se moverá más rápido (a más estímulo, más rápido se agita el ala). En estas circunstancias el mecanismo que era una bendición para la polillas se convierte en su perdición: se limitará a dar círculos cada vez más pequeños sobre la fuente de luz.
En resumen: su mecanismo de orientación se basa en seguir un punto de luz que nunca se alcanza. El problema llega cuando la fuente de luz puede ser alcanzada, así que o vivimos a oscuras, o las polillas y demás lepidópteros nocturnos seguirán sufriendo de desorientación y muriendo achicharradas por el choque directo con la fuente luminosa.

sábado, 29 de agosto de 2009

la subjetividad de las antípodas



En geografía, el término antípoda, o las antípodas (del griego anti- "opuesto" y pous "pie"), es el lugar de la superficie terrestre diametralmente opuesto a otro dado, es decir, el lugar de la superficie terrestre más alejado. Según la RAE, un antípoda o perieco es aquel habitante del globo terrestre que, respecto a otro, mora en un lugar diametralmente opuesto.

España y Nueva Zelanda son de los pocos casos que hay en los que dos países son antípodas directos. Es decir, que si en el centro de la península Ibérica penetrases la tierra, al estilo de la película El Nucleo (The Core), pero sin detenerte en el centro, te acabrías llevando por delante algunos hobbits.